Can Dalemus | 8 razones para disfrutar de La Selva

La Selva es una comarca de grandes contrastes que ofrece al visitante una amplia oferta para todos los gustos. Desde el litoral de la Costa Brava, pasando por la planicie o la zona del Ter Brugent, hasta llegar a las montañas del Montseny – Guilleries, este territorio le invita a descubrir lugares, paisajes, historias y tradiciones que no le dejarán indiferente.

 

Macizos, sierras y parques naturales, paisajes de gran belleza con acantilados, bosques y una gran diversidad de flora y fauna. El entorno y su vegetación crean un paisaje único y emblemático de la Selva. El Parque Natural del Montseny, declarado Reserva de la Biosfera, presenta una biodiversidad extraordinaria y un gran valor universal.

 

La huella humana se manifiesta en el valioso patrimonio de la zona. El elevado número de fuentes de agua mineral ha dado un gran impulso a la economía de la zona convirtiéndose en uno de sus principales atractivos.

 

 

La zona nos muestra la transformación del paisaje del río Ter como consecuencia de la industrialización y la construcción de pantanos de la mano del hombre. Se conservan construcciones y piezas únicas en Cataluña que recuperan la memoria histórica de la revolución industrial. Podremos ver el cambio del entorno del río Ter y el resultado del paso del tiempo a través de los paisajes, el patrimonio y las rutas.

 

Los municipios costeros de la Selva reflejan la relación milenaria de la selva con el mar: pescadores fareros y navegantes atlánticos. Por este motivo, la mayor parte del patrimonio costero tiene mucho que ver con el mar y las tradiciones pesqueras.

 

El litoral nos cautivará por la belleza de sus playas y calas, los espacios singulares como los jardines botánicos de Santa Clotilde, Pinya de Rosa o Marimurtra y el amplio abanico de propuestas culturales como las que ofrece la villa medieval de Tossa de mar.

 

La llanura de La Selva destaca por sus numerosos manantiales termales y la presencia de la principal vía de acceso a la Península desde la Antigüedad, la Vía Augusta. En consecuencia, ha heredado una cultura milenaria formada por poblados ibéricos, termas romanas, castillos medievales e iglesias románicas.

 

 

La cultura del bienestar está muy arraigada en la Selva gracias a las aguas mineromedicinales de muchas poblaciones de la Selva como Caldes de Malavella, Santa Coloma de Farners o Sant Hilari Sacalm, un patrimonio que forma parte de su historia y que nos transporta a épocas pasadas.

 

8 razones para visitar La Selva

 

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La Selva marca el inicio de la Costa Brava, donde se encuentra un maravilloso conjunto de playas y calas que invitan a relajarse, a contemplar paisajes naturales, a descubrir cada rincón… Disfrutad cada una de las playas y calas de la comarca, y aprovechad la oferta de actividades acuáticas que nos ofrece la zona.

 

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No es muy frecuente encontrar tantas poblaciones balnearias en un territorio tan cercano como la Selva. En Santa Coloma de Farners, Caldes de Malavella y Sant Hilari Sacalm brotan aguas termales y mineromedicinales que le permiten disfrutar de los mejores tratamientos y respirar la paz de sus balnearios.

 

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Proponemos descubrir la comarca a través de la extensa red de rutas de senderismo, cicloturismo y BTT que recorren el territorio. La oferta incluye pequeños itinerarios, largos recorridos, rutas a pie y en bicicleta, circulares, lineales… que nos conducen siempre a los rincones y parajes más interesantes, y cuentan con un mantenimiento periódico continuo.

 

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Numerosas especies y variedades de plantas han sido rigurosamente identificadas y reunidas en colecciones que se encuentran en los tres jardines botánicos de la Selva. Disfrutad de una visita muy especial en un entorno privilegiado sobre los acantilados de la Costa Brava.

 

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En la Selva podremos descubrir la variada oferta gastronómica de la comarca basada en productos del mar (pescado, marisco…), de la montaña (caza, setas…) y de la tierra (hortalizas, frutales…) y, si lo deseáis, degustad la cocina catalana en su conjunto en el centro gastronómico Domus Sent Soví.

 

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El agua se manifiesta de múltiples maneras y se ha convertido en el elemento diferencial respecto a otros territorios y en la fuente principal de riqueza económica, natural y cultural. En la Selva el agua es protagonista en numerosos escenarios siempre en compañía de los bosques que dieron origen al nombre de la comarca.

 

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Numerosos elementos de patrimonio cultural destacables se reparten por todo el territorio de la comarca: castillos, monasterios, ermitas, yacimientos arqueológicos, arquitectura modernista… Algunos de ellos son verdaderos referentes de Catalunya.

 

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En la Selva disponen de una importante oferta de servicios turísticos para asegurar que la estancia de los visitantes sea de la mejor calidad posible y se adecúe a todas las opciones y exigencias de comodidad.

 

Turismo Rural

Para los amantes del turismo rural, proponemos hospedarse en Can Dalemus, una masía rural que ofrece el alquiler entero de la masía, situada en Maçanet de la Selva, muy cerca de las playas de la Costa Brava y rodeada por los pueblos de Sils, Riudarenes y Hostalric.

 

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Can Dalemus es una masía catalana construida en el año 1839 y recientemente restaurada con un estilo muy personal, porque no hay que renunciar a las comodidades para mantener la auténtica tradición. Privacidad en un entorno inmejorable que dan los 130.000m3 de bosque y prado que rodean la casa.

 

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La masía está totalmente equipada con chimenea, mesa y sillas para 15 personas, cocina de inducción, horno, nevera-congelador, lavavajillas y todo el utillaje necesario para cocinar. La sala de estar es muy amplia con cómodos sofás, TV, mesas y sillas. Can Dalemus también dispone de un espacio acogedor con una gran variedad de juegos de mesa, para pasar el rato interactuando con las personas y no con los aparatos tecnológicos.

 

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En sus exteriores podremos disfrutar de una barbacoa, con mesas y sillas de exterior para hacer un vermut, una comida o tener una conversación bajo la sombra de los árboles. Dispone de una piscina de agua salada y hay una charca donde encontraréis la tortuga, las ranas y las carpas rojas. El gallinero, con el gallo Manolo y sus compañeras las gallinas.

 

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En Can Dalemus ofrecen la oportunidad de participar en diferentes talleres de catas de los mejores productos de la tierra e internacionales, a cargo de Xavier Bassa, profesor de cursos de cata, sumiller titulado y técnico superior en enología y viticultura:

 

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Iniciación a la cata de vinos. Comenzaremos con una exposición teórica, donde hablaremos de qué herramientas tenemos a la hora de catar un vino y su influencia en la cata y terminada la teoría, pasaremos a la parte práctica de la cata de vinos, donde se probarán dos vinos blancos, dos negros y un cava; aunque también es posible personalizar la cata.

 

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Taller de gintonics. Iniciaremos el taller con una breve introducción a la elaboración de la ginebra. Seguidamente se hará una demostración de los pasos a seguir para elaborar un gintonic y el alumno pasará a hacer el primer gintonic. Cada alumno dispondrá de todo el material necesario y elaborará cuatro gintonics diferentes.

 

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Cata de cervezas artesanas catalanas/internacionales. Comenzaremos con una breve exposición teórica. Seguidamente se hará una cata de cervezas, que pueden ser cervezas artesanas catalanas o bien otra opción con cervezas internacionales. En cada sesión se probarán siete cervezas diferentes.

 

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Aunque el paraje es natural, tranquilo e idílico, hay una gran variedad de actividades para hacer bien cerca. Podemos hacer senderismo y cicloturismo a 1 km de l’Estany de Sils, ideal para excursiones con niños ya sea a pie o en bicicleta, rutas en el parque de Sant Salvador… Diversos castillos y ermitas como el Castillo de Farners, la Ermita de Argimon o el Castillo de Torcafalló. La zona ofrece una gran variedad de restaurantes con cocina autóctona y diferentes tipos de ratafía. Can Dalemus está situada a 20 minutos de las playas de la Costa Brava y a diez minutos del centro termal Magma de Santa Coloma de Farners, el más grande de Catalunya.

 

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Patrimonio y cultura

El patrimonio cultural de la Selva está constituido por todos los bienes y valores culturales que conforman la identidad de la comarca y de cada uno de los pueblos que la forman, y tiene su expresión en la tradición, las costumbres y los hábitos, así como en el conjunto de bienes inmateriales y materiales que tienen un especial interés histórico, artístico, arquitectónico, urbano, arqueológico…

 

Los orígenes y la Antigüedad en la Selva

Antes de que los humanos llegaran a las tierras que hoy conforman la comarca de la Selva, hace unos 3,5 millones de años, este territorio gozaba de un clima subtropical, según sabemos en la actualidad. En la zona vivían animales y plantas cuyos restos se han hallado, en muy buen estado de conservación, en el yacimiento paleontológico del Camp dels Ninots (Caldes de Malavella). Los primeros vestigios de ocupación humana localizados en numerosos puntos de la comarca —herramientas de piedra tallada— datan de unos 500.000 años después. Sin embargo, no será hasta finales de la prehistoria, entre el Neolítico y la Edad de Bronce, cuando surjan en la Selva las primeras grandes construcciones humanas, los monumentos megalíticos, en su gran mayoría concentrados en la parte montañosa de Tossa de Mar.

 

En el siglo VI a. C. se configura la cultura ibérica. Los primeros iberos —agricultores y ganaderos— comerciaban con griegos y fenicios, lo que propició que adoptaran importantes avances, como la introducción de nuevos cultivos, la fabricación de cerámica en torno, la escritura y la moneda. Los iberos vivían en asentamientos fortificados, localizados en lo alto de colinas. Entre estos cabe citar los de Montbarbat (Lloret de Mar – Maçanet de la Selva), Montsoriu (Arbúcies – Sant Feliu de Buixalleu), Argimon (Riudarenes) o el Turó de Buixalleu (Sant Feliu de Buixalleu). Había, también, asentamientos más reducidos, como el de Puig de Castellet (Lloret de Mar), que dependían de los principales poblados.

 

En el año 218 a. C., los romanos desembarcaron en Ampurias; se inició, de este modo, el proceso de romanización, que se prolongó hasta finales del siglo I a. C. En sus inicios, la cultura ibérica continuó perviviendo, como se puede apreciar en el Turó Rodó (Lloret de Mar), pero poco a poco se fueron introduciendo elementos propios del mundo romano. El más importante de ellos fue la generalización de los asentamientos en la llanura o en los valles, como en Can Pons (Arbúcies).

 

Entre los siglos I y V d. C., la Selva ya estaba plenamente romanizada. La Vía Augusta la atravesaba de norte a sur, y surgieron dos ciudades: Aquae Calidae (Caldes de Malavella) y Blandae (Blanes), así como numerosas villas, grandes explotaciones agrícolas y ganaderas, entre las que debemos destacar la de Els Ametllers (Tossa de Mar).

 

El fin del Imperio romano no comportó ningún tipo de ruptura, sino una evolución de la sociedad hacia formas medievales. En este periodo se empezó a definir la Selva que hoy conocemos. En la ruta que proponemos se visitan los elementos patrimoniales más destacados de la prehistoria y el mundo antiguo en la Selva. Ver ruta.

 

El modernismo en la Selva

¿Qué es el modernismo? A menudo hablamos de este movimiento lo asociamos a grandes obras como la Sagrada Familia y La Pedrera, pero cuando contemplamos lo que tenemos cerca no lo vemos tan claro, y muchas veces calificamos como modernistas elementos de patrimonio que pertenecen a otras corrientes artísticas o que lo son únicamente en algunos aspectos parciales.

 

En sentido estricto, el modernismo es un movimiento cultural y artístico, desarrollado en Europa a finales del siglo XIX y principios del XX, que adecua las tipologías arquitectónicas y los elementos decorativos a nuevos materiales, técnicas y sensibilidades. Se manifiesta en el uso de la línea sinuosa y de la asimetría, y en los ornamentos inspirados en las estructuras naturales y biológicas.

 

En Cataluña, el modernismo gozó de personalidad propia, ligada a la eclosión del catalanismo cultural y político, así como al momento de esplendor de su burguesía. Convivió con movimientos que reivindicaban las glorias medievales (neorrománico y neogótico) hasta que fue sustituido por el novecentismo, que postulaba cierto retorno al clasicismo.

 

La Selva alberga muchos elementos de patrimonio cultural que pueden adscribirse a estos movimientos artísticos, que se entrecruzan y mezclan, ya que la comarca recibió tanto el influjo del poder de la burguesía industrial y de los hacendados rurales como el impacto de un incipiente veraneo, el termalismo y los indianos. El resultado de todo ello lo encontramos, sobre todo, en los magníficos conjuntos patrimoniales conservados en poblaciones como Caldes de Malavella, Santa Coloma de Farners o Lloret de Mar, pero hay ejemplos de estos movimientos en casi toda la comarca. Todas estas manifestaciones conforman un patrimonio que merece ser conocido y reivindicado. Ver ruta.

 

Los castillos de la Selva

La Selva es tierra de castillos. Gran parte de ellos, de los siglos IX y X, tienen su origen en los enclaves fortificados. Desde estos puntos, tras la conquista del territorio a los musulmanes, se vigilaba lo que hoy es la comarca. Otros, erigidos a partir del siglo XI, son los típicos castillos feudales, desde los que —además de vigilar y controlar— se administraba el territorio, se cobraban impuestos y se impartía justicia (el concepto feudal de justicia, claro está). La mayoría de los castillos de la Selva pertenecieron a los poderosos vizcondes de Cabrera, uno de los linajes feudales más importantes de la Cataluña medieval, aunque otros señores, como los Vilademany, los Gurb-Sarriera, el obispo de Girona, el abad de Ripoll, los Montcada o los Cruïlles, también participaron del dominio feudal en la demarcación.

 

 

Lo más destacable de los castillos de la Selva es su variedad tipológica: desde uno de los castillos más grandes de Cataluña, como Montsoriu, hasta una fortificación tan modesta como bien conservada como lo es Farners. Desde una fortaleza moderna como Hostalric, preparada para soportar asedios con artillería, hasta los robustos castillos residenciales de Brunyola o Vilobí. En algunos se vive en la actualidad o son equipamientos públicos; otros, como el de Torcafelló, Sant Iscle o Sant Joan de Lloret, han sido rescatados por la arqueología para destacar su valor. Todos se encuentran en lugares privilegiados, miradores de primer orden sobre la comarca y sus alrededores. Si a esto añadimos la suerte de haber preservado dos poblaciones amuralladas de la calidad de Tossa de Mar y Hostalric, la ruta que presentamos cobra un innegable atractivo e interés. Ver ruta.

 

El románico religioso de la Selva

Situada en la denominada Catalunya Vella (‘Cataluña Vieja’), la Selva vivió plenamente el desarrollo del románico entre los siglos X y XIII. Esto nos lleva a descubrir, por toda la geografía de la comarca, distintas construcciones de este estilo artístico y arquitectónico tan característico de Cataluña.

 

Este itinerario permite conocer un patrimonio bastante desconocido y a menudo situado en parajes naturales de gran belleza. Podremos visitar cinco monasterios —Santa Maria d’Amer, la Mare de Déu del Coll, Sant Pere Cercada, Sant Salvador de Breda y Santa Maria de Valldemaria—, un gran número de pequeñas ermitas en la zona montañosa del Montseny y Les Guilleries, así como unas cuantas iglesias y capillas en la llanura, en las que podremos descubrir, escondidos en mayor o menor medida, elementos propios del románico.

 

Se trata, además, de un patrimonio accesible. La ruta principal se puede recorrer en coche, aunque en algún caso será necesario dar un pequeño paseo. Asimismo, se pueden realizar a pie distintas variantes, con rutas señalizadas. Los elementos de patrimonio más interesantes se han incluido en la ruta principal; esta, al ser circular, se puede iniciar desde cualquier punto. Como complemento, se han diseñado algunos itinerarios secundarios que tienen como punto de partida y de llegada la ruta principal. Ver ruta. 

 

Jardines botánicos

 

 

Situado en Blanes, el Jardín Botánico Marimurtra es uno de los jardines más bellos a orillas del Mediterráneo. Desde su privilegiada ubicación sobre unos acantilados que bordean el mar, se pueden contemplar algunas de las panorámicas más espectaculares de la costa y conocer más de tres mil especies vegetales, la mayoría exóticas, así como varios ejemplares extraordinarios por su edad o tamaño.

 

Los Jardines de Santa Clotilde ocupan un paraje de gran belleza natural ubicado sobre un acantilado con impresionantes vistas al mar. Este maravilloso jardín constituye una verdadera muestra del espíritu novecentista de Catalunya cuyo principal exponente fue Eugeni d’Ors. Este jardín botánico inspirado en el estilo suave y austero de los jardines botánicos del Renacimiento italiano fue diseñado por Nicolau Rubió i Tudurí a los veintiocho años, cuando todavía estaba en plena efervescencia la admiración por su maestro en el arte de jardineríaForestier. Aquí, Rubió ignora la lección hispanoárabe confusa entre las imágenes del jardín francés que le había enseñado Forestier a través de la colaboración en los jardines de Montjuïc y opta por recuperar el espíritu renacentista italiano como esencia de la modernidad.

 

El Jardín Botánico Pinya de Rosa de Blanes fue un proyecto que el Dr. Ferran Riviere de Caralt inició en 1945 al adquirir la finca. El conjunto de la colección botánica comprende más de 7.000 especies de múltiples géneros. En el jardín de cactus se combinan ejemplares columnares, grandes candelabros de varios metros de altura, con especies globulares dispuestas en alguna zona formando conjuntos de cientos de ejemplares. El jardín es un ente vivo en el que cada año se siembran unas 1.500 semillas de especies nuevas y repetidas para engrosar la colección.

 

Gastronomía

La Selva es un territorio de grandes contrastes. La estratégica ubicación de la comarca, entre el mar y la montaña, y el resto de sus características geográficas propician que la gastronomía selvatana posea un carácter dual y genuino, surgido de un abanico de productos propios y exclusivos del territorio. Esta idiosincrasia de la Selva se expresa claramente a través de su cocina.

 

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La gastronomía selvatana se vive, se recuerda y emociona. Basada en la tradición de la cocina catalana, tanto la del litoral como la de tierra adentro, la Selva ha sabido preservar sus recetas autóctonas y productos tradicionales para impulsar su gran valor gastronómico.

 

¡Un maridaje de mar y montaña que se disfruta con los cinco sentidos!

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