¿Hasta qué punto el cine fue concebido como un arte tanto plástico como narrativo? Arte y cine. 120 años de intercambios establece la porosidad entre estas dos disciplinas artísticas, un flujo fascinante, y hasta hoy ininterrumpido, de influencias e intercambios mutuos. Los hermanos Lumière aparecen junto a los maestros del impresionismo, Chaplin con los artistas de vanguardia, Dalí con Hitchcock, Jean-Luc Godard con Andy Warhol e Yves Klein2, hasta llegar a la época de las instalaciones y del videoarte.
Desde hace más de un siglo, el cine ha sido una clara fuente de inspiración para el resto de las artes visuales. Del mismo modo, el celuloide ha absorbido y centrifugado las vanguardias artísticas, con resultados innovadores y sorprendentes. Arte y cine. 120 años de intercambios recupera algunos ejemplos célebres. También descubre otros menos conocidos, de lo que el cine debe al resto de las artes, y al revés. La exposición profundiza a partir de 349 piezas en el diálogo fecundo e ininterrumpido entre artes visuales y cinematográficas.
El proyecto propone un diálogo entre artistas de las vanguardias históricas y cineastas, siguiendo un sentido cronológico hasta nuestros días, en un recorrido por nueve ámbitos desde el siglo XIX y hasta el XXI. El público descubrirá asociaciones sorprendentes entre nombres esenciales de la historia de las artes visuales y el cine, como Luis Buñuel, Marc Chagall, Charles Chaplin, Jean Cocteau, Salvador Dalí, Marcel Duchamp, Serguéi M. Eisenstein, Max Ernst, Henri Foucault, Jean-Luc Godard, Alfred Hitchcock, Yves Klein, Fritz Lang, Fernand Léger, Roy Lichtenstein, Auguste y Louis Lumière, David Lynch, Claude Monet, Eadweard Muybridge, Francis Picabia, Pablo Picasso, Aleksandr Ródchenko, José Val del Omar y Andy Warhol, entre muchos otros.
Son, en total, un centenar los nombres que componen la exposición, y 349 las piezas incluidas. Se proyectan 56 películas o fragmentos, así como 10 videoproyecciones o videoinstalaciones. También se muestran 203 pinturas, dibujos, grabados y fotografías, así como 52 carteles. La muestra se completa con otros objetos, como programas, vestidos, libros de artista, etc.
El punto de partida de la exposición es la colección de obras de arte que posee La Cinémathèque française, fruto del esfuerzo de su fundador, Henri Langlois, por crear el Museo del Cine. Estas obras se han complementado con piezas extraordinarias procedentes de prestigiosas instituciones museísticas españolas y francesas, entre ellas el Musée d’Orsay, el Centre Georges Pompidou, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo Thyssen-Bornemisza, el MACBA y la Fundación Gala-Salvador Dalí. Asimismo, destaca la inclusión de cuatro obras de la Colección “la Caixa” de Arte Contemporáneo de Cindy Sherman, Juan Uslé, Robin Rhode y Óscar Muñoz.
El cine, impulsor de las vanguardias
Mostrar los vínculos del cine con el resto de las artes y sus influencias mutuas es el principal propósito de esta exposición. A lo largo de 120 años, el cine se ha convertido en un arte entre las artes y, como tal, los préstamos y huellas recíprocos son innumerables.
Además de mostrar el beneficio estético que todas las artes obtuvieron del cine, especialmente como impulsor de las vanguardias, esta exposición también se propone ilustrar la continuidad de su vitalidad durante la etapa más reciente, la más contemporánea, que va desde los años ochenta del siglo pasado hasta los actuales años dos mil. Aunque seguramente el cine ha dejado de ser vanguardia a lo largo de los últimos treinta años, sigue estructurando narrativa y estéticamente tanto el videoarte como las instalaciones que se sirven de la imagen en movimiento.
La muestra también quiere demostrar que el cine se puede exponer. La tecnología digital nos ha permitido establecer unas relaciones inéditas con el arte cinematográfico. Actualmente, sin salir de casa y con solo un vídeo o un ordenador, los films pueden ser analizados en detalle, algo habitual en la crítica de arte, en la que se recurre a la ampliación para descubrir los secretos de ejecución de las obras pictóricas y escultóricas.
La tecnología digital no tan solo ha permitido exponer las películas, que pasan a rivalizar en las paredes de los museos con las imágenes inmóviles de la pintura, la escultura y la fotografía, sino que ha dado lugar a unas obras sorprendentes que el sustrato fotográfico —y, por lo tanto, analógico— del cine no podía conseguir, sino en todo caso imaginar. Así pues, en lugar de convertirse en una amenaza para el cine, las técnicas digitales han ampliado su capacidad de inventar formas: desde Tron hasta Avatar, hoy se ofrecen a la mirada y a la imaginación de los espectadores paisajes, cuerpos y situaciones separados de la realidad, objetos de creación virtual. Por su parte, los artistas más experimentales también se apropian de las nuevas herramientas digitales.