La exposición pone el acento en la multitud de estímulos visuales y creativos que recibió a lo largo de su carrera, durante la cual tuvo ocasión de trabajar en varios de los centros de producción artística y de coleccionismo más importantes de Europa
A partir de siete pinturas fundamentales de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Sevilla, 1599 – Madrid, 1660), la nueva exposición organizada conjuntamente por la Obra Social ”la Caixa” y el Museo Nacional del Prado presenta a esta figura capital del Siglo de Oro español de una forma novedosa, proponiendo un juego de comparaciones y correlaciones con algunos de los pintores españoles e internacionales con los que trató o de cuya producción estuvo al tanto. Entre ellos, nombres esenciales como Tiziano, Rubens, Ribera, El Greco, Zurbarán, Murillo, Giordano, Claudio de Lorena, Jan Brueghel el Viejo, Antonio Moro, Stanzione, Guido Reni o Van Dyck.
Las 59 obras que forman la muestra se agrupan de forma temática para resaltar la existencia de intereses estilísticos comunes en artistas de procedencias geográficas diferentes y para entender las influencias que Velázquez recibió a lo largo de su carrera.
Velázquez es una de las señas de identidad del Museo del Prado. Para atender las peticiones y, al mismo tiempo, mantener el nivel de interés de las salas permanentes, hace unos años, el museo madrileño tomó la decisión de que en ningún momento hubiera al mismo tiempo fuera del museo más de siete obras de Velázquez, que es el número de pinturas que concurren en esta exposición.
Tiziano, Venus recreándose en la música, c. 1555. Madrid, Museo Nacional del Prado
Así, este proyecto reúne el mayor número de obras de Velázquez que se han expuesto en una sola muestra en Barcelona. Es una ocasión única para redescubrir la pintura de Velázquez enmarcada en la de otros genios de su tiempo, tanto españoles (Ribera, Zurbarán o Murillo) como europeos (Tiziano, Rubens, Giordano, Claudio de Lorena, Jan Brueghel el Viejo o Van Dyck), de la mano de Javier Portús, uno de los mayores expertos mundiales en Velázquez.
La pintura, un lenguaje internacional en el Siglo de Oro
En torno a estas siete obras maestras de Velázquez, la exposición permitirá contemplar otras 52 obras, con el objetivo de conocer la evolución de su estilo en contexto con otros destacados pintores españoles e internacionales del Barroco. En conjunto, demuestran que durante el Siglo de Oro la pintura fue un lenguaje internacional que no conocía fronteras.
La exposición tiene como puntos de referencia las pinturas de Velázquez, pertenecientes a etapas distintas de su carrera y representativas de la notable versatilidad temática que caracteriza su obra. Por lo que respecta al resto de las obras que componen la muestra, muchas las debió conocer el propio Velázquez, puesto que la mayoría es obra de autores con los que trató o de cuya producción estuvo al tanto.
Pereda, El socorro de Génova, 1634-1635. Madrid, Museo Nacional del Prado
De esta forma, la exposición pone el acento en la multitud de estímulos visuales y creativos que recibió a lo largo de su carrera, durante la cual tuvo ocasión de trabajar en varios de los centros de producción artística y de coleccionismo más importantes de Europa.
Hasta 1623 permaneció en Sevilla, una de las ciudades más cosmopolitas de la península ibérica. Entre ese año y su muerte, en 1660, trabajó para Felipe IV, uno de los principales coleccionistas de su tiempo y cabeza de una monarquía con gran influencia en algunos de los lugares más relevantes del continente. Las obras que más le influyeron fueron las de artistas muy bien representados en las Colecciones Reales, como Tiziano o Rubens.
Pereda, El socorro de Génova, 1634-1635. Madrid, Museo Nacional del Prado
En dos ocasiones viajó Velázquez a Italia, donde entró en contacto directo con las grandes obras de arte de la Antigüedad, con obras maestras del Renacimiento italiano y con algunos de los artistas más inquietos que había entonces en Europa.
Velázquez, un narrador original
La muestra apuesta por un criterio temático a la hora de ordenar las obras con un doble objetivo: entender mejor la originalidad de Velázquez como narrador en comparación con artistas de procedencias diversas, y romper la barrera de las escuelas nacionales. Los siete ámbitos que componen la muestra son: el arte, el saber, la naturaleza muerta y la vida cotidiana, la mitología, la corte, el paisaje y la religión. El agrupamiento de las obras en estas secciones temáticas también permite ver la existencia de intereses estilísticos comunes en artistas de procedencias geográficas diferentes.
Murillo, La Sagrada Familia del Pajarito , c. 1650. Madrid, Museo Nacional del Prado
Además de los siete ámbitos temáticos que forman la exposición, el proyecto incluye dos espacios singulares. Por un lado, el espacio educativo Pintura en vivo, que, inspirándose en el estilo pictórico del Siglo de Oro, propone a las familias que creen su propio retrato o bodegón y aprendan sobre conceptos como la composición, el simbolismo de los objetos y los efectos de la luz. Por otro lado, la muestra ofrece la posibilidad de descubrir una sala en la que se almacenan algunas de las cajas que han permitido transportar las obras desde el Museo del Prado para subrayar la excepcionalidad del proyecto y poder profundizar en la importancia del transporte y la seguridad de las obras en el desarrollo de una exposición.
El proyecto se completa, con una serie de actividades complementarias, entre las que destacan las visitas comentadas con café tertulia y para familias y grupos escolares. Además, se ha editado un catálogo, a cargo de la Fundación Bancaria ”la Caixa” y el Museo Nacional del Prado, que, bajo el concepto del comisario Javier Portús, cuenta con textos de Miguel Falomir, Gabriele Finaldi, Miguel Morán, Alberto Pancorbo, José Juan Pérez Preciado, Javier Portús, Leticia Ruiz Gómez, Andrés Úbeda de los Cobos y Margarita Vázquez Manassero.